Concepto,Historia, Etimología.

09.01.2017 18:51

Armonía: (del griego «αρμονία») en música es el uso de alturas (tonos, notas) o acordes simultáneos. Desde una perspectiva general, armonía es el equilibrio de las proporciones entre las distintas partes de un todo y su resultado siempre connota belleza. En música, el estudio de la armonía implica los acordes y su construcción, así como las progresiones de acordes y los principios de conexión que los rigen. Por lo general se suele entender que la armonía hace referencia al aspecto «vertical» (simultáneo en el tiempo) de la música, que se distingue del aspecto «horizontal» (la melodía formada por la sucesión de notas en el tiempo).

    Etimología.

El término «armonía» deriva del griego ἁρμονία (harmonía), que significa ‘acuerdo, concordancia y este del verbo ἁρμόζω (harmozo): ‘ajustarse, conectarse’. Sin embargo, el término no se utilizaba en su acepción actual de armonía polifónica (es decir, de la relación ordenada entre varias melodías superpuestas, formando un todo que mantiene cierta autonomía respecto de cada una de las partes), ya que la ejecución simultánea de notas distintas (exceptuando las notas distantes entre sí en una o más octavas, que el oído humano percibe como idénticas) no formó parte de la práctica musical de Occidente hasta entrada la Edad Media.

Definiciones.

Las definiciones habituales de la armonía suelen describirla como la «ciencia que enseña a constituir los acordes y que sugiere la manera de combinarlos de la forma más equilibrada, consiguiendo así sensaciones de relajación, sosiego (armonía consonante), y de tensa e hiriente (armonía disonante o dispuesta)».

Esta definición se basa en la idea de que ciertas combinaciones de sonidos (intervalos o acordes) producen al oyente una sensación de tensión (combinaciones que se llaman «disonantes») y otras producen una sensación de reposo o calma (combinaciones «consonantes»).

Esta diferencia entre sonidos «consonantes» y «disonantes» tiene una base acústica: cada sonido incluye dentro de sí a varios sonidos que suenan con menor volumen (llamados «armónicos»); cuando la combinación de sonidos ejecutados incluye a varias notas con sonidos «armónicos» en común, tales combinaciones serán percibidas como «consonantes». Este interés por relacionar los conceptos de «consonancia» y «disonancia» con la naturaleza provienen, en su codificación académica, del siglo XX, y del marco cultural del positivismo. Los autores positivistas como Helmholtz trataron de explicar estos conceptos de «consonancia» y «disonancia» —los cuales resultan fundamentales para el estudio del estilo musical— a partir de la física del sonido con los mismos presupuestos que los biólogos, físicos y demás científicos de su época: la idea de que existía una base científica en la naturaleza que podía ser descubierta y aprovechada para el beneficio y progreso de la humanidad.

Ahora bien, en la percepción humana no sólo intervienen factores físicos, sino también (y sobre todo) factores culturales. Lo que un hombre del siglo XV percibía como consonante, puede llamar la atención a uno del siglo XXI, y una combinación de sonidos que sugiere una sensación de «reposo» a un japonés puede no sugerírselo a un mexicano. A partir de la década de 1980 comenzó a aparecer un corpus considerable de estudios centrados en la percepción humana de la música no desde el punto de la percepción psicológica —tal y como presenta Butler en su manual—, sino desde el punto de vista de la interpretación de la misma por un sujeto que pertenece a una cultura determinada, éste es el campo de estudio de la actual psicosociología de la música.

De esta manera, el estudio en occidente de la armonía que trata de presentarla fundamentada sobre elementos acústicos, tratando de acercar su análisis al análisis científico, es sólo un intento de legitimar como válida universalmente una práctica musical concreta. Este intento es el característico de la musicología en sus inicios en el siglo XIX, el cual tuvo un marcado sesgo eurocéntrico.

Historia.

En la música de la antigua Grecia, el término se usaba más bien como un sistema de clasificación de la relación entre un tono grave y otro agudo.  En la Edad Media, el término se usaba para describir dos tonos que sonaban en combinación, y en el Renacimiento el concepto se expandió para denotar tres tonos sonando juntos.

El Traité de l’harmonie (1722), de Rameau, fue el primer texto acerca de la práctica musical que incluía el término «armonía» en el título. Sin embargo, no significa que esa fuera la primera discusión teórica acerca de este tema. Como todo texto teórico (particularmente de esta época), se basa en la observación de la práctica; Rameau observa la práctica musical de su época y elabora algunas reglas, otorgándole una supuesta validez universal. Especial importancia tiene en su desarrollo el fenómeno de la resonancia armónica para la justificación de los distintos elementos. Este y otros textos similares tienden a relevar y codificar las relaciones musicales que estaban íntimamente vinculadas con la evolución de la tonalidad desde el Renacimiento hasta fines del periodo romántico.

El principio que subyace a estos textos es la noción de que la armonía sanciona la armoniosidad (los sonidos que complacen) si se adapta a ciertos principios compositivos preestablecidos.

Estudio de la armonía.

Como otras disciplinas humanas, el estudio de la armonía presenta dos versiones: el estudio descriptivo (es decir: las observaciones de la práctica musical) y el estudio prescriptivo (es decir: la transformación de esta práctica musical en un conjunto de normas de supuesta validez universal).

El estudio de la armonía sólo se justifica en relación con la música occidental, ya que la Occidental es la única cultura que posee una música «polifónica», es decir, una música en la que se suele ejecutar distintas notas musicales en forma simultánea y coordinada. De modo que, a pesar de que el estudio de la armonía pueda tener alguna base científica, las normas o las descripciones de la armonía tienen un alcance relativo, condicionado culturalmente. También ocurre en los aspectos del ritmo y la melodía musicales.

En la música occidental, la armonía es la subdisciplina que estudia el encadenamiento de diversas notas superpuestas; es decir: la organización de los acordes. Se llama «acorde» a la combinación de tres o más notas diferentes que suenan simultáneamente (o que son percibidas como simultáneas, aunque sean sucesivas, como en un arpegio). Cuando la combinación es solo de dos notas, se llama «bicordio».

La idea de vertical y horizontal es una metáfora explicativa, relacionada a la disposición de las notas musicales en una partitura: verticalmente se escriben las notas que se interpretan a la vez, y horizontalmente las que se interpretan en forma sucesiva. Sin embargo, también forma parte del estudio de la armonía las sucesiones horizontales de acordes, y su efecto sobre el fluir general de la música.

En la escolástica musical, el contrapunto es una disciplina complementaria a la armonía (y que se confunde con ella), pero que se centra más en la elaboración de melodías que sean combinables simultáneamente que en los acordes resultantes de tal combinación. Es decir: se centra más en la percepción de las partes que en la del todo. Como disciplina creativa (y no como disciplina académica), el contrapunto tuvo su auge durante el Barroco, particularmente con la figura de Johann Sebastian Bach.

Desarrollo.

Melodía, contrapunto y armonía están totalmente interrelacionadas. Tradicionalmente, la armonía funciona como acompañamiento, armazón y base de una o más melodías. La melodía (dimensión horizontal de la música) es una sucesión (en el tiempo) de sonidos pertenecientes a acordes, que son enriquecidos con otros sonidos que adornan y suavizan, y que producen efectos expresivos, complementando a los anteriores gracias a las sutiles relaciones que entablan con los acordes en que se basa esa melodía (integrándose perfectamente con la armonía).

Armonía tonal o funcional.

 

La armoniosa tríada mayor se compone de tres tonos, que sigue este ratio de frecuencia: 6:5:4.

Aunque resulta incómodo intentar una definición de tonalidad, podemos decir que es un sistema de organizar las alturas de los sonidos, que imperó durante unos tres siglos como sistema único, siendo usado por barrocos, clásicos y románticos.

Pero esto no nos dice lo que es la tonalidad. Lo que caracteriza fundamentalmente la tonalidad es que en este sistema las alturas de los sonidos están sometidas a una jerarquía

en las que hay un sonido principal del que dependen todos los demás que, a su vez, no tienen especial significación salvo por su relación con el principal.

Pero hay algo importante además, y es que el sonido principal puede ser en principio cualquiera. Esto es, una altura dada puede corresponder a un sonido principal en una obra y esa misma altura ser un sonido subordinado a otro principal en otra obra. Es decir, el sonido principal no es tanto un sonido sino una función que recae sobre un sonido.

Por ello el nombre de armonía funcional (de la función que cumple cada sonido) es más idóneo que el de armonía tonal («armonía de los sonidos»).

Un acorde son tres o más sonidos simultáneos superponiéndose a distancia de tercera, según la teoría de Rameau. Para saber si es mayor o menor hay que analizar su tercera. Si la nota generadora del acorde está en la parte más grave, el acorde está en estado fundamental, sino, está invertido.

La tonalidad tiene siete grados, cuyos nombres son:

  • I (tónica)
  • II (supertónica)
  • III (mediante si está a distancia de un semitono de la subdominante, o modal si está a un tono de la subdominante)
  • IV (subdominante)
  • V (dominante)
  • VI (superdominante, aunque es más efectivo a efectos estructurales la denominación de Submediante)
  • VII (sensible si está a un semitono de la tónica, o modal si está a un tono de la tónica.)

Los acordes pueden clasificarse en perfectos mayores cuando presentan un intervalo de tercera mayor (dos tonos), y quinta justa (tres tonos y un semitono). Los acordes perfectos menores tienen una tercera menor (un tono y un semitono) y una quinta justa. Los acordes disminuidos tienen una tercera menor y una quinta disminuida (dos tonos, dos semitonos). Los acordes aumentados tienen una tercera mayor y una quinta aumentada (tres tonos y dos semitonos)

En una escala de modo mayor, el I, IV y V grado son acordes perfectos mayores, el II, III y VI acordes perfectos menores, y el VII un acorde disminuido. En una escala de modo menor, el I y IV grado son acordes perfectos menores, el II y VII son acordes disminuidos, el III es aumentado. Los mejores grados o grados tonales son el I, IV y V. Los grados menos importantes o débiles son el II y el VI. Los grados muy débiles son el III y el VII.

Lo básico para enlazar acordes es hacerlo en estado fundamental, sin preocuparse de la musicalidad. Una forma de enlace entre acordes es guardando notas comunes, es decir, mantenerlas mediante una ligadura. El resto de notas que forme el acorde deberá de moverse por un intervalo lo más próximo posible. Otra forma de enlazar acordes es no guardar notas comunes, con lo cual, el movimiento que lleve la nota principal será opuesto al que realice el resto de notas que tenga el acorde. Se consigue más musicalidad al haber un dinamismo en el movimiento de las notas del acorde. La nota principal del acorde corresponde a la voz del bajo, y el resto no tiene una voz fija. Al tratarse de 4 voces, al poner acordes se pueden enlazar de distinta manera dependiendo del uso que se quiera hacer de ellos.

  • Un movimiento paralelo son dos voces de varios acordes que siguen una distancia, moviéndose a un mismo sentido.
  • Un movimiento oblicuo es una voz representada con una nota de larga duración y otra voz que puede moverse libremente.
  • Un movimiento directo son dos voces moviéndose en el mismo sentido, pero no de forma paralela.
  • Un movimiento contrario son dos voces que se mueven a distinto sentido.

En movimientos como el paralelo o el contrario pueden surgir problemas armónicos, como formar un intervalo de octava o quinta justa sobre las mismas voces, aunque existe una excepción en el tema de las quintas, siempre y cuando no se produzca sobre voces extremas (bajo y soprano). La segunda quinta que se produzca sobre esa misma voz deberá ser aumentada o disminuida. El movimiento directo también presenta problemas armónicos. En voces extremas (mencionadas anteriormente), si la voz de la soprano (más aguda) no se mueve por grado conjunto, se presenta ese problema. En partes intermedias (voces centrales o una voz central y otra extrema), si una de esas dos voces no se mueve por grados conjuntos, ese enlace estaría erróneo. En el tema de las quintas hay una excepción, si dentro de las voces involucradas apareciese una nota común al acorde anterior. En voces seguidas, habría que evitar la octava directa.

Tensión y reposo

Desde hace varios siglos se descubrió que algunas combinaciones de acordes producen una sensación de tensión mientras que otros producen reposo. Algunos acordes, en un determinado contexto, tienen un sentido conclusivo y otros un sentido transitorio (aunque en realidad esto es relativo y depende de su relación con el conjunto de la composición ). En la música académica europea, desde el final del siglo XVII hasta comienzos del siglo XX, hasta el oído menos cultivado puede distinguir cuándo está próximo o distante el final de una frase musical.

La armonía tradicional de parte del estilo prebarroco, barroco, clásico y romántico se conoce como armonía tonal, ya que está basada en el sistema tonal, teniendo una fuerte función estructural, siendo determinante en la forma musical de una determinada composición.

A partir del romanticismo musical (siglo XIX), empieza a utilizarse con más fuerza el valor colorista de la armonía, debilitando paulatinamente la función estructural de la armonía tonal e introduciendo cada vez más modalismos (proceso que culmina con la aparición de compositores impresionistas, nacionalistas y contemporáneos neoclásicos que utilizarán una armonía más libre y modal).

En la música popular.

La música popular urbana más difundida en la actualidad tiene, en su mayoría, una construcción tonal. Esta puede variar en complejidad, y en muchos casos presenta tintes modales. Por ejemplo, es el caso de la chacarera, que a veces usa el modo dórico, o del flamenco, que utiliza el modo frigio.

 

Bibliografía: https://es.wikipedia.org/wiki/Armon%C3%ADa